lunes, 2 de octubre de 2017

LAS VERDADES INCÓMODAS DEL PADRE SOLALINDE

La última conferencia del Congreso Latinoamericano de Seguridad ASIS 2017 estuvo a cargo del padre Alejandro Solalinde, sin duda una personalidad controvertida y directa, con quien se entabló un diálogo como pocas veces hemos visto. Una charla franca y abierta, que demostró que podemos ser distintos y pensar diferente, pero no por ello somos enemigos.
Dicen que el padre Solalinde duerme en una hamaca, en un cuartito lleno de ropa, mochilas y libros, que suele ceder ese espacio y tira un colchón en el patio, donde pasa la noche rodeado de sus guardaespaldas. Lo cuidan cuatro policías estatales de Oaxaca, que aceptó hasta que Margarita Zavala, la esposa del entonces presidente Felipe Calderón, se lo pidió personalmente.
Dicen que si un migrante llega al albergue con los pies destrozados, él mismo va a la zapatería a comprarle un par de zapatos idénticos a los suyos. No tiene escritorio, ni secretaria, ni oficina. Recibe a la gente en una salita debajo de un techo de palma. Por años no fue más que un cura de pueblo, con todo el sacrificio y la convicción que eso requiere, pero sin mayor influencia social, política ni religiosa.
Solalinde es un administrador distraído que prefiere regalar el dinero antes que cuidarlo, y se juega la vida todos los días al oponerse a una industria en la que se mezclan la más alta política y el crimen organizado: el secuestro de migrantes.
A los sesenta y un años se decidió a abrir un albergue de migrantes en Ixtepec, no sólo para interponerse a las violaciones a los derechos humanos de los indocumentados centro y sudamericanos, sino también para preparar su propio retiro. Ya se había cansado de la grilla dentro de la iglesia.
El padre Solalinde nunca será consagrado obispo porque dice lo que piensa de su propia Iglesia: que no es fiel a Jesús sino al poder y al dinero; que es misógina y trata con la punta del pie a los laicos y a las mujeres, y que no es la representante exclusiva de Cristo en la Tierra.
Tras sólo cuatro años de coordinar el albergue Hermanos en el Camino, Solalinde se convirtió de pronto en una de las figuras más notorias no sólo de la Iglesia católica, sino de los defensores de derechos humanos. Es un imán de la polémica y ha sido acusado de pollero por el Instituto Nacional de Migración (INM); autoridades municipales lo quisieron quemar con todo y albergue; se ha visto repetidamente amenazado de muerte y ha pedido perdón a los Zetas, a quienes considera víctimas de una sociedad violenta.
Y es que jugándose la vida echó luz sobre el infierno que padecen los centroamericanos indocumentados en México, que a nadie le importan. En Centroamérica se convirtió en una leyenda al punto de ser conocido como “el Romero mexicano” en alusión a Óscar Arnulfo Romero, el arzobispo de San Salvador asesinado por la dictadura. La Universidad Autónoma del Estado de México postuló al padre Solalinde para el Premio Nobel de la Paz de este 2017.
“Qué han hecho nuestros obispos en México: desobedecer, no han honrado su palabra, no han cumplido. Si ellos hubieran hecho algo no tendríamos el México que tenemos, a lo mejor tendríamos un mejor gobierno, porque dudo mucho que ellos, cuando se toman la copita o el cafecito, o juegan golf con los políticos, les hablen del evangelio y que les digan la verdad, que necesitamos un México que no sea corrupto, que no sea impune, que sea más igualitario.”
“Y yo les pregunto, creen que van a alcanzar las empresas de seguridad si este país se enciende. Este gobierno está jugando con fuego, están pensando, y como ya están en la etapa cínica, ellos creen que no pasa nada, viven encerrados e su mundo, sabiendo que están administrando todo, que todo lo tienen controlado. Controlan la pobreza, por eso, cuando vienen los tiempos electorales ya saben de donde echar mano para seguir comprando los votos. Controlan hasta el miedo, porque han sembrado el mucho miedo y pueden también administrarlo.”
“Mi pregunta es esta: ¿qué vamos a hacer si esta situación sigue, qué va a pasar si no hay justicia, qué va a pasar si sigue la corrupción, si sigue la impunidad, si sigue esta tremenda desigualdad que vivimos? México no sólo es el país más desigual de América Latina, sino del mundo. ¿Bastará todo el dinero, todas las empresas de seguridad frente a un país que estalle?”
“Yo creo que lo que sí puede cambiar es la conciencia de la gente. Sabemos que un pueblo podrá estar listo para el cambio cuando tenga conciencia, pero para formar la conciencia se requieren varias cosas, lo primero es perder el miedo. Somos un pueblo atemorizado, aterrado por las dos instituciones que aún tienen autoridad: la iglesia y el gobierno, ahorita la iglesia ya no nos asusta tanto, pero lo hizo, y lo hizo por mucho tiempo, y venimos arrastrando esa cultura agachona, sometida.”

“Sí creo que podemos cambiar, pero necesitamos educación, eso es clave. ¿Cómo vamos a educarnos si quienes están encargados de eso no lo hacen. El gobierno ya ven, llama reforma educativa a cualquier cosa, a una iniciativa laboral. Necesitamos hablar de una verdadera Revolución Educativa, partiendo de la gente, partiendo de la conciencia y liberándonos de esa educación bancaria que nos mata, que nos aliena.”

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