RECOMENDACIONES PARA
EL 2019 OBJETIVOS… CON TODA SEGURIDAD
Por Manuel Sánchez Gómez-Merelo, Consultor Internacional de
Seguridad
Ya estamos en un nuevo tiempo para la seguridad, un nuevo
calendario para la esperanza de justicia, de paz, de integridad, de confianza y
de solidaridad.
Una vez más, finalizando otro ciclo anual, somos muchos los
que, habitualmente, hacemos un balance, sobre todo para ver cómo queremos
seguir evolucionando o, como mínimo, sobreviviendo.
Ya estamos en un nuevo tiempo para la seguridad, un nuevo
calendario para la esperanza de justicia, de paz, de integridad, de confianza y
de solidaridad.
Es momento de plantear objetivos, pero, para hacerlo con
realismo y visión de futuro hemos de ir más allá de las cuestiones básicas y
generalistas que impone el propio instinto de conservación, como la
supervivencia, la salud o la seguridad individual, teniendo en cuenta que lo
que no enfoquemos hacia el conjunto de nuestra especie y del propio planeta lo
pierde también cada una de sus partes.
No obstante, parece que imaginar que lo vamos a lograr nos
hace sentir mejor y nos permite relajarnos durante un tiempo. Así lo cree
Francesc Núñez, doctor en Sociología y profesor de los Estudios de Artes y
Humanidades de la UOC, que explica que «caemos año tras año, y a veces toda la
vida, porque al pensarlos ya sentimos placer. Cuando uno fantasea con lo que va
a hacer, ya empieza a generar sentimientos positivos».
Eso nos sucede cada poco en temas sociales, políticos o
familiares, sin que consigamos reconocer nuestras propias trampas a la hora de
desmontar los andamios que nuestra mente construye para conseguir quedarse en
la zona cómoda y no abordar reformas estructurales importantes, por más que nos
demos cuenta de la falta que nos hace.
Dicen los expertos que hemos de ser realistas y no
proponernos retos demasiado ambiciosos, que es fundamental concretar las metas
al máximo y programar un calendario con pequeñas etapas; que hemos de hablar y
explicar esos objetivos a otros, porque el que se conozcan nuestras metas no
solo aporta sensación de pertinencia, sino que también aumenta nuestro
compromiso, y, sobre todo, hemos de repasar, comprender y asumir nuestros
errores para poder remontarlos y reciclar nuestra basura.
Pero, hablando de basura, tenemos un obstáculo esencial para
el logro de nuestras metas y es la interacción y contaminación de nuestras
emociones con la carga negativa que aporta a nuestras vidas la gente tóxica.
En los últimos años de crisis y cambios en los que cada vez
hay que poner más esfuerzos, recursos e imaginación para garantizar el
desarrollo o simplemente conservar los mínimos, venimos viendo cómo el virus de
la gente tóxica se expande como una plaga canibalizadora.
El término “gente tóxica”, define a personas que se
alimentan de nuestra energía emocional, material o psíquica y, en general,
carecen de empatía, sensibilidad, madurez emocional y solidaridad. Son adictos,
consciente o inconscientemente, a aprovecharse de los demás, de una u otra
manera.
Para los que se creen víctimas y dicen ser sufridores de
esta sociedad o de su entorno personal, manipulando y chantajeando desde su
posición de mártir, hemos de optar por no involucrarnos en su autocompasión y
melodrama, limitando las relaciones con ellos.
Contra los narcisistas y dominantes, que se creen los
primeros en todo y para todo y necesitan que alimentemos su ego, hemos de
practicar la franqueza ecuánime y el discurso sincero frente a su inconsecuente
escala de valores, porque, de lo contrario, se comportarán siempre como
superiores manipulando e intimidando.
Quienes se creen jueces castigadores encantados de atacar a
personas e instituciones, aprovechándose de sus inseguridades y alimentando su
ego, tratando de avergonzarnos o dejarnos en mal lugar debemos rechazar todo
aquello no basado en datos objetivos y no ponernos a la defensiva o entrar a su
juego.
Si nos ganan por prudentes y pacientes, siendo compasivos y
entrando en su juego, no solo no conseguiremos nuestros buenos propósitos para
este año, sino que, además, alimentaremos a este virus, tan antiguo como la
humanidad, que ataca disfrazado de desgracia y está corrompiendo instituciones
y personas.
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