UN DÍA SIN SEGURIDAD
PRIVADA...
España.- Si un día al despertarnos observáramos que las
empresas y profesionales de la seguridad privada dejaron sus puestos y
misiones… las armas, la vigilancia, la protección de los bienes y personas…
¿qué pasaría? Pues, sencillamente, que tendríamos un caos de tamaño descomunal.
Un caos por la desaparición sin alternativa de una seguridad
privada, donde en por ejemplo en España trabajan, según datos del Ministerio
del Interior, más de 1,500 empresas acreditadas, con más de 100,000
profesionales habilitados, y en la que, sólo en el año 2011, se llegaron a
realizar más de cuatrocientos mil contratos y más de un millón cien mil
servicios, con un resultado en materia de colaboración de más de sesenta mil
actuaciones o comunicaciones a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad sobre
auxilios, colaboraciones, informaciones y detenidos.
Pero, más allá de unas cifras globales, y a modo simplemente
de ejemplo, ¿cómo sería un día normal de actividad en un aeropuerto como el de
Madrid donde trabajan más de 600 vigilantes de seguridad, o en el Metro de
Barcelona y Madrid donde desarrollan su actividad más de 600 y 1,500 vigilantes
de seguridad, respectivamente?
¿Qué pasaría en una Central Nuclear donde hay habitualmente
más de 70 vigilantes de seguridad? ¿Y en los centros comerciales, áreas
industriales, polvorines, transporte público, etc.? ¿Cómo se gestionarían
grandes eventos culturales o deportivos donde pueden llegar a trabajar más de
500 vigilantes de seguridad en uno solo de ellos?
Igualmente ¿cómo se desarrollarían los más de 9,000
servicios anuales de transporte y custodia de dinero y valores o los más 1,600
transportes de explosivos?, ¿Cómo se realizaría el control y la gestión de más
de un millón y medio de sistemas de alarma monitorizados por las centrales de
alarmas privadas que generan en conjunto más de 200,000 señales de alarmas
falsas o no deseadas?, ¿Quién efectuaría el
acompañamiento y protección de personas determinadas? O ¿quién
protegería nuestros pesqueros que están faenando en el Océano Índico?
En todo caso, se incrementarían los riesgos de actos violentos,
robos, atracos, agresiones, vandalismo, o incluso podría colapsarse la
actividad normal en donde las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad no podrían ni
deberían estar presentes. Y no podrían principalmente porque no poseemos esos
recursos, y, sobre todo, no deberían porque, en la mayoría de los casos, son
actividades privadas, incluso con ánimo de lucro, en las que no procede poner a
disposición esos recursos públicos para nada que vaya más allá de su misión
superior de garantizar la seguridad ciudadana.
A modo de conclusiones
Es evidente que la sociedad depende de la Seguridad Privada
como auxiliar y complementaria de la Seguridad Pública. Su misión,
especialmente preventiva, abarca todas aquellas actividades que precisan
seguridad preventiva, como son principalmente las infraestructuras de
transporte, industriales o comerciales, o, caso especial, el correspondiente a
la mayoría de las infraestructuras
críticas o estratégicas del país, en las
que su seguridad interna y de funcionamiento debe ser costeada por sus propios
operadores. Actividad y competencia aparte tendrán los recursos de Seguridad
Pública para garantizar la Seguridad Ciudadana de los entornos
correspondientes.
Finalmente, no se hagan lío los que piensen que la
especialización y el crecimiento paralelo de la seguridad privada es una forma
de privatización de la seguridad pública. El normal desarrollo de la sociedad,
presenta nuevas complejidades, retos y demandas que sólo se puede afrontar
correctamente con soluciones nuevas y cooperativas. No es eficiente plantear
que sea la Seguridad Pública la que preste atención a este vastísimo campo de
especialización, sino que los nuevos desafíos han de contar con un sector
privado reforzado, bien formado y dotado de medios específicos para realizar su
complementaria labor de la mejor manera posible y con la mejor capacitación.
En este sentido, hay un importante capítulo aparte aún nada
debatido, y merece la pena subrayar que, para el normal desarrollo de la
Seguridad Privada, es imprescindible también una revisión y ampliación rigurosa
de los programas de formación básica y de especialización, de todos los niveles
profesionales del sector, en lógico acercamiento a los niveles de capacitación
que son exigidos en la Seguridad Pública. El incremento de formación y
capacitación profesional es una asignatura pendiente imprescindible de
modificar y aprobar.
Hay que insistir en un concepto muy básico a tener en
cuenta, como es que la Seguridad Humana en general, y la Seguridad Ciudadana en
particular, requieren del concurso y cooperación de la Seguridad Pública más la
Seguridad Privada, logrando pasar de la simple “acción preventiva” al
“compromiso preventivo coordinado”, con una seguridad única que aporte
sinergias, y sobre la base de los nuevos recursos implantados y en desarrollo,
dentro de redes y planes específicos de la Policía y Guardia Civil , arbitrados
por el Ministerio del Interior, de quien depende finalmente la regulación y
control centralizado de toda la seguridad, incluida la privada.
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