Sin lugar a dudas, el liderazgo es fundamental para
una buena gestión de seguridad en todo tipo de organizaciones y empresas. La
gestión eficaz de la seguridad es un factor que impulsa el éxito empresarial,
por eso es importante que los directivos adopten posturas de liderazgo en
materia de seguridad, al mismo tiempo que sus otros deberes y
responsabilidades.
En su conferencia, en el pasado Congreso
Latinoamericano de Seguridad ASIS México 2017, Paulino González presentó
algunos de los principales resultados de un estudio en el que participaron
cerca de cien expertos de la industria de la seguridad. Identificaron 4 áreas
indiscutibles que todo profesional de la seguridad debe desarrollar para
convertirse en un líder: Valores, Competencias, Habilidades y, finalmente,
Conexión con el entorno. Ser un líder de seguridad debe ser el objetivo de todo
aquel que forma parte de esta industria.
La seguridad en el trabajo abarca un conjunto de
medidas empleadas para prevenir accidentes y eliminar las condiciones inseguras
del ambiente, así como convencer a las personas sobre la necesidad de implantar
practicas preventivas. En este sentido, el deber del directivo es ofrecer
orientación estratégica para la gestión de la seguridad y motivar al personal
para que actúe con eficiencia y entusiasmo.
En todas las organizaciones
existen riesgos laborales que pueden ocasionar accidentes, cuyas consecuencias
pueden ir desde la interrupción de las actividades operativas, daños a
propiedad, deterioro de equipos, lesiones personales a los trabajadores que
ejecutan diferentes tareas, ocasionadas por riesgos físicos, químicos y
biológicos, además pueden presentarse algunas enfermedades ocupacionales.
La salud es un derecho fundamental de todo ser humano.
Por eso precisamente resulta inaceptable que las personas pierdan la salud, o
incluso sus vidas, por realizar sus actividades laborales. Por eso las empresas
han desarrollado estrategias de control, como son las políticas, las normas y
procedimientos, sobre los factores de riesgo que puedan afectar la seguridad y
la salud de los trabajadores.
Un liderazgo activo en la gestión de seguridad debe
demostrar un compromiso claramente visible, por parte de los directivos, con la
seguridad en el lugar de trabajo y el bienestar de los empleados. Ese
compromiso activo debe ir acompañado de unos niveles elevados de confianza en
la organización.
El liderazgo activo puede demostrarse con la adopción
de estrategias y políticas integradas sobre seguridad y salud, así como
estructuras de dirección eficaces. En el nivel de los directores y
supervisores, el liderazgo activo puede propiciarse a través del uso de
sistemas eficaces de comunicación.
Los directivos pueden, y deben, animar a los empleados
a participar activamente en la promoción y la protección de un lugar de trabajo
seguro y saludable. Esto puede lograrse facilitando información y capacitación.
Fomentar y propiciar la participación de los empleados puede conseguirse a
través de una comunicación eficaz entre los trabajadores y los directivos, que deben
ser receptivos a las aportaciones y comentarios de los empleados.
El liderazgo y la gestión de seguridad debe incluir
procedimientos eficaces de evaluación y revisión. Tal vez sea necesario contar
con la asesoría de expertos en la materia, que ayuden a establecer esos procedimientos
de evaluación y revisión. Los directivos deben procurar que se supervise, se
elaboren informes y se revise el desempeño en materia de seguridad, buscando la
mayor transparencia.
Las políticas y las prácticas en materia de seguridad deben
estar dirigidas desde arriba, y los directivos de la organización desempeñan un
papel importante como guías de las iniciativas y modelos clave de conducta. Un
liderazgo firme y visible, y unos directivos comprometidos, proporcionan a este
enfoque la dirección y el contenido adecuados. De esta forma se deja claro para
todos que la seguridad es una cuestión estratégica en la empresa.
Una buena gestión de la prevención requiere de la
aplicación de tres principios: un liderazgo eficaz y sólido, la participación
de los trabajadores y el compromiso constructivo de su parte y, finalmente,
evaluación y revisión continuas.
Las empresas y organizaciones deben consultar con sus
empleados las cuestiones relacionadas con la salud y la seguridad en el
trabajo. La participación de los trabajadores contribuye al establecimiento de
una cultura de diálogo. Por ello la aportación de los trabajadores resulta
especialmente valiosa en la evaluación de riesgos, la elaboración de políticas,
la formulación de observaciones y la puesta en práctica de las acciones.
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