jueves, 9 de julio de 2020



CÓMO HACER UN PLAN FINANCIERO

Un plan financiero es la expresión en cifras de lo que se espera de la empresa: Comprende la fijación de los objetivos, el estudio y selección de las estrategias que se usarán para alcanzarlos, la colocación de metas, etc.

Las empresas pequeñas normalmente funcionan sin ningún plan explícito. Pero el empresario que se dedica a diseñar un plan financiero (grande o pequeño, estará en gran ventaja respecto de aquel que se deja llevar por los múltiples factores de azar que influyen en los negocios: Los barcos sin timón por lo general terminan encallados.

Los objetivos también tienen distintos niveles de prioridad y podríamos nombrar, entre otros a: La rentabilidad (es decir que sea más conveniente invertir el capital en la empresa que depositarlo en un banco), la eficiencia (rendimiento del capital y la mano de obra), el crecimiento en el tiempo, las reinversiones, etc. Cada empresario tendrá sus propios objetivos y prioridades, lo importante es definir de manera explícita cuales son estos.

En una pequeña empresa, donde el empresario hace las veces de gerente, su casa la ocupa como oficina, su auto como vehículo de la empresa, etcétera, es muy importante considerar que, aunque no cuesten dinero, todas estas cosas no son “gratis”. Si no se les considera con su respectivo precio el plan financiero estará fuertemente distorsionado.

Los elementos básicos del plan financiero para un pequeño empresario son simples: Ventas, costos, gastos, utilidad bruta, impuestos y beneficios (o utilidad neta). Sin embargo son sorprendentemente pocos los pequeños empresarios que fijan metas y controlan estas variables regularmente. Así es un milagro que muchas pequeñas empresas no quiebren y aún prosperen en medio de la más absoluta falta de control y planificación.

Un pequeño empresario tradicional gasta el dinero a medida que le va ingresando, ya sea de su capital propio, de préstamos o de las ventas, y solo se da cuenta si el negocio anda bien o mal en la medida en que le quede saldo a favor en su chequera a fin de cada mes.

Un buen empresario por otra parte estima detalladamente sus costos y gastos, fijando un sueldo incluso a su propio trabajo, a partir de eso estima cuanto debe vender como mínimo para cubrir sus costos (y no tener que comerse el capital), es decir su “punto de equilibrio”. En base a éste dato puede hacer su presupuesto que luego deberá ir controlando mensualmente para saber como marcha el negocio. La mayoría de las quiebras se producen porque el empresario no se da cuenta de lo malo que está ocurriendo hasta que ya es demasiado tarde.

Existe una serie de “test ácidos” para determinar si un negocio vale la pena o no, si su endeudamiento es o no aceptable, si vale la pena mantener el volumen de inventario, etc. Se trata de “termómetros” que marcan la buena o mala salud del negocio. La realidad es que los pequeños empresarios rara vez hacen caso de estos indicadores y muchas veces deciden seguir con negocios que dan todo tipo de señales de alarma con la esperanza de que las cosas mejorarán en el futuro. No es la manera más lógica de llevar una empresa pero si la más común, y muchas veces resulta debido a que el factor de azar inherente a las empresas produce cambios dramáticos. Esto no quiere decir que la planificación sea inútil, al contrario, pero si hay que tener en cuenta que los indicadores numéricos no son infalibles y que no basta una buena planificación para asegurar el éxito de una empresa. No basta, aunque ayuda bastante.

El dinero es un recurso clave de la empresa y debe ser bien administrado. Mientras más pequeña es la empresa más peligroso resulta el derroche. Así toda la planificación anteriormente descrita debe servir de base para proyectar el flujo de caja. El “flujo de caja” es el detalle de las entradas y salidas de dinero del negocio y todo buen empresario sabe lo importante que resulta tenerlo controlado. Muchos dejan esta vital tarea a los bancos, fijándose solo en los saldos a fin de mes. Aunque el flujo de caja es difícil de proyectar si se puede controlar diariamente lo que dará al pequeño empresario una importante radiografía de la salud del negocio.

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