viernes, 17 de mayo de 2019




SEGURIDAD, PARTICIPACIÓN Y ENTORNO

Por Alfredo Yuncoza, Consultor Empresarial en Seguridad. Vicepresidente Regional de ASIS International.

Desde hace ya varios años he tenido la fortuna de facilitar sesiones de capacitación, con comunidades residenciales, comerciales e industriales en diversas ciudades de América Latina. Los objetivos comunes en ciertos casos, han sido conocer los factores que los estaban haciendo víctimas frecuentes de diversos delitos, así como proporcionar algunas recomendaciones para minimizar la frecuencia de estos hechos.

La variedad de actos criminales varía, desde ingresos violentos a residencias u homicidios, pasando por hurtos y robos a mercancías, hasta extorsiones y secuestros.

Un aspecto a favor de las comunidades ha sido la actitud abierta a escuchar y hacer propuestas, lo que permite obtener un producto final para beneficio de todos. A continuación, comparto aquellos aspectos clave que, al mantener seguimiento durante semanas, se determinaron que habían contribuido con una disminución considerable de los incidentes.

Trabajo en equipo. Cuando empezamos a hacer un “inventario de recursos”, nos encontramos con profesionales de diversas disciplinas con excelentes conocimientos y una actitud proactiva. Ya conocidos todos, se formaron equipos a los cuales se les asignaron sencillas responsabilidades y tareas a desarrollar.

Ambientes favorables. Una extensa área verde enmontada, con todo tipo de basura es una inequívoca señal de falta de atención y control. Las iluminaciones eran deficientes ya que varias áreas de circulación carecían de ella, ciertos sectores estaban sobredimensionados y algunos accesorios eran obsoletos, lo que no sólo no cubría las expectativas, sino que generaban consumos importantes de electricidad que podían ser ajustados. Operaciones de orden y limpieza para recoger escombros, pintar paredes con graffitis artísticos y calibrar la iluminación fueron algunos de los primeros pasos. Las garitas de vigilancia, fueron adecuadas en sus condiciones de infraestructura y servicios básicos para convertirlas en espacios de trabajo seguro y digno.

¡A conocernos! Había vecinos con hasta más de 15 años compartiendo espacios y los cuales sólo se conocían de vista. Desarrollamos entonces una actividad de socialización donde para nada se tocó el tema de la seguridad. El objetivo era conocerse tanto adultos como jóvenes y niños para lograr un real y necesario acercamiento. Los participantes entre otros aspectos, lograron un nivel de conciencia tal que les permitió reconocer que, ante situaciones de inseguridad y emergencias de diversa naturaleza, nuestros vecinos son los más cercanos aliados.

Todos cumplimos las normas. Se revisaron las escasas normas de seguridad que alguien años atrás había tenido la iniciativa de redactar pero que casi nadie conocía y obviamente no aplicaban. En breve la inmensa mayoría cumplía y hacía cumplir los acuerdos al respecto. Los habitantes, visitantes y proveedores de servicios no sólo disfrutaban de un ambiente seguro, sino que algunos se motivaron a contribuir con nuevas y valiosas ideas al identificar oportunidades de mejora.

Apoyo mutuo. Las comunidades aisladas, no permiten aprovechar los recursos que pueden ser compartidos y potencian su eficiencia. Los vecinos efectuaron un inventario de los recursos que eran necesarios para mejorar la seguridad física de las instalaciones, lo que, sumado a las facilidades de adquisición aportadas por varios, los equipos existentes en manos de otros y los contactos comerciales permitieron concretar el plan acordado con un presupuesto por debajo de lo estimado. Una gestión importante en este aspecto fue el acercamiento a los organismos de seguridad cercanos a cada comunidad, donde se incluyó a policías y bomberos, entre otros.

Otras agrupaciones cercanas conocieron de las iniciativas y los resultados y se motivaron a desarrollar planes similares, lo que permitió ampliar el alcance de los beneficios y reducir los costos para los ciudadanos, en lo que a seguridad se refiere.

Cuando se vive como habitante y no como ciudadano, no existe el interés en cumplir y hacer cumplir los deberes y derechos. Hacerlo bajo esa forma implica pagar elevados costos fruto de la reactividad, el pensamiento egoísta y la improvisación.

El ciudadano tiene el potencial y lo demuestra, de agregar valor a la comunidad, ser reconocido y respetado como individuo, así como tener la satisfacción de mejorar la calidad de vida de los suyos y de quienes les rodean. Para formar parte de estos casos de éxito, lo más importante es atreverse a dar un primer paso.

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